jueves, 8 de abril de 2010

Graznan los cuervos...( nota TEA)

Y graznan los cuervos de mal aguero...


A finales del 2008, a raíz del conflicto con el Campo y la crisis financiera internacional, economistas como Guillermo Mondino, Claudio Loser o Miguel Angel Broda pronosticaban un virtual regreso al desastre del 2002. Preveían una Argentina en recesión total, recayendo en el default y aislada del crédito, sin consumo interno y con una fuga de capitales que ninguna reserva podría detener. En este panorama de catástrofe, pararía la industria, se perderían más de 300.000 empleos y el dólar bordearía los 5 pesos. Un año después, y pese a que la crisis golpeó duramente el país, no se produjo la debacle: Argentina pagó sus deudas, el dólar se mantiene alrededor de los 3,80 pesos, y se recibieron créditos por parte del FMI, el Banco Mundial y otras organizaciones por valores cercanos a los U$$ 6000 millones, mientras el Banco Central se las arregló bastante bien para controlar la fuga de divisas. Y si bien la actividad industrial sufrió un cierto retroceso y el desempleo aumentó considerablemente (del 7,8 al 9,1 por ciento desde septiembre del 2008), las cifras fueron menores de lo esperado, y el PIB neto termino incluso creciendo moderadamente, en el orden del 3 por ciento. De hecho, el consumo interno aumentó un 1,8 por ciento, y se espera una reactivación económica más general para el 2010, en concordancia con el crecimiento de Brasil y las primeras luces de recuperación de los países desarrollados. Una esperada remontada que reconocen incluso los mismos economistas neoliberales, hoy opositores al gobierno, pronosticando un crecimiento de entre 2 y 4 por ciento para el 2010.
Estos economistas, hombres como Daniel Artana, José Luis Espert, el ya nombrado Broda y muchos más, se lavan las manos respecto a sus fallidas predicciones del año pasado. No es la primera vez que lo hacen. Se trata de los mismos “profetas” que predijeron en el 2002 un dólar a 20 pesos o una nueva hiperinflación. Y que luego, cuando no sucedió, calificaron al crecimiento pos-crisis como un breve Veranito que duraría pocos meses. Por dar solamente algunos ejemplos. El fracaso de una predicción económica no es sorprendente, pues al fin y al cabo la economía no es una ciencia exacta. Pero cuando los fantasmas apocalípticos se repiten año tras año sin concretarse, o hay ineptitud, o mala leche. Entonces: ¿Dónde reside su credibilidad?
Ellos mismos tienen una explicación a sus metidas de pata: Para estos economistas, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y el Gobierno manipulan las cifras, y los indicadores “reales” estarían mucho más cerca de sus augurios de finales del año pasado. El argumento de la manipulación de cifras tiene bases reales, ya que el manejo gubernamental del INDEC dejó bastante que desear en cuanto a prolijidad y transparencia. Pero si las cifras dadas por el organismo fueran tan distintas de las reales, las consecuencias, cabe esperarse, serían mucho más evidentes. Y muchos de los supuestos “dibujos” de cifras ya han sido refutados por el INDEC. Un ejemplo es la supuesta distorsión en el índice de desempleo del INDEC denunciada en el diario Clarín del pasado 24/11 por la Sociedad de Estudios Laborales (SEL) que preside el economista Ernesto Kritz, otro “alarmista” histórico, para el cual el desempleo real se ubicaría en el orden del 10 por ciento. Según Kritz, el INDEC habría cambiado el método de medición para que el índice fuera menor al real. El INDEC replicó ese mismo día con un comunicado, negando totalmente que la metodología hubiese cambiado, y atribuyendo la versión a consultoras privadas malintencionadas. Conociendo los antecedentes de Kritz - quién a finales del 2008 auguraba un dólar a 4,90 pesos para este año-, su versión puede tomarse con pinzas, especialmente porque la metodología de medición del SEL, como la de muchas otras consultoras privadas, es desconocida. Podrían nombrarse otros ejemplos similares.
No solo predicciones fallidas repiten estos pájaros de mal agüero, sino también supuestos salvavidas: Conseguir crédito de los organismos internacionales, reducir el gasto público, aumentar la inversión extranjera y devaluar “para no perder competitividad”. Las tres primeras se aplicaron a rajatabla durante la década del 90. Considerando como terminó esa aventura, el Gobierno tal vez debería reconsiderar, por ejemplo, su intención de reingresar a la línea de crédito del FMI. Por otra parte, devaluar es un arma de doble filo, porque comúnmente, a la primera señal de un peso débil, muchos salen a comprar divisas fuertes, dándoles a los agoreros económicos el poder de auto-cumplir sus propias profecías y causar depreciaciones reales.
¿Por que se niegan estos economistas a reformular sus discursos? Tal vez el hecho de que sus consultoras sean financiadas en muchos casos por quienes también financian los multimedios que emiten sus pronósticos, de algunas pistas y permita dudar de la imparcialidad de su análisis.


Ernesto Castillo

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